LIBÉRAME
Libérame,
dios suicida,
sentado en
tu trono de basura
con una
solemnidad impúdica.
Tu envoltura
circense, tu menear del trasero
en busca de
buenos dividendos
para tu
campaña publicitaria.
Libérame,
dios inútil,
tu atolondrado
sentir,
tus manos
cruzadas sobre el pecho
y en actitud
iconoclasta, tus piernas, destinadas a la oscuridad.
Raíces de
turbios fabricantes de nácar
vendible en
el mercado con categoría de estiércol.
Tu apariencia
respetable, sin embargo.
La idiosincrasia
carcomida de tus ideas
bullendo en
el intestino como preguntas sin respuestas.
Te sugiero
que abandones lo conocido.
Que cambies
tu postura por una de corte moderno.
Una sinceridad
de niño te vendría bien hoy día.
Decirle frases
dulces a las estrellas
y esperar la
micro en las esquinas
con el cuello
desabrochado a ver si se conmueven las ancianas.
Escribir poemas
melancólicos
en los que
jóvenes impúberes se desmayen,
sutiles rosas
se marchiten,
tristes ciegos
agonicen
y perros
fieles mueran de frío en busca
del amo
perdido en la nieve.
Hacer cosas
que la gente comprenda,
abandonar la
postura típica del mártir crucificado
en su propio
lenguaje incomprensible.
Libérame,
dios inútil.
Tu imagen en
el espejo, tu quehacer,
tus blasfemias,
la indefensión de tu cuerpo
me conmueven.
Quiero empezar
contigo una posible conquista
del idioma
perdido en el revés del absurdo.
Páginas
93-94, de la Antología de Fuego 1955 –
2010
(Grupo fuego
de la Poesía).